Ayer, mientras luchaba a muerte con el gato por su odio incondicional a los lápices, pinceles y demás enseres, me puse a tontear con el rotulador un rato.
Aunque no es mas que un guarreo con el rotulador, creo que refleja lo que muchas veces pienso.
Lobezno nunca volvió a ser elmismo tras pasar aquella noche aislado con Coloso.
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