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deteniéndome involuntariamente ante las tiendas de ataúdes, y siguiendo
a cualquier funeral con que me encuentro; y especialmente si la
hipocondría me domina de tal modo que hace falta un sólido principio
moral para no salir a la calle y derribar metódicamente los sombreros de
los transeúntes, entonces, comprendo que ha llegado la hora de hacerme a
la mar cuanto antes. Este es mi sustituto para la pistola y la bala.
Con una floritura filosófica, Catón se arroja sobre su espada;
calladamente, yo me subo a un barco. En esto no hay nada sorprendente.
Aun sin saberlo, cualquier hombre que se precie, en alguna otra ocasión,
abrigaría sentimientos muy parecidos a los míos respecto al océano”
Así empieza la gran obra de Herman Melville que me tiene de cabeza: Moby Dick.
He tardado mucho en coger ánimos para leerla, básicamente desde que leí por primera vez "Bone", ya que era su libro favorito y siempre lo llevaba en una mochilita (si no habéis leido "Bone" de Jeff Smith, ya tardáis)....eso y mi admiración por le mar, como más de una vez he dejado clara por aquí.
El caso, al fín me decidí a leerla y me está encantando (aunque a veces se atasca, pero no hay nada que un buen trago de ron no haga caer para dentro).
Estos dos personajes son parte protagonista esencial d ela novela: Ismael (narrador) y Queequeg, el caníbal. No diré nada si alguien no la ha leído y la quiere leer, pero de sobra es conocida la historia, no obstante y por si acaso, nada de spoilers (palabra de moda a más no poder).
Para no variar, son dibujos rápidos entre trabajo y trabajo. El día que me siente a dibujar de verdad se acabará el mundo.